Xan López Domínguez y “Las aventuras de la bruja Fritanga”: “Al principio las pensé muy descriptivas, pero al ver que la acción se complicaba, decidí que tuvieran una función mucho más narrativa. Parece como si mi pasado comiquero reclamara su parte del pastel”

Xan López Domínguez y “Las aventuras de la bruja Fritanga”: “Al principio las pensé muy descriptivas, pero al ver que la acción se complicaba, decidí que tuvieran una función mucho más narrativa. Parece como si mi pasado comiquero reclamara su parte del pastel”

De todos los hechizos, pócimas y locuras mágicas, el mago Renglong ha dado con uno de enormes consecuencias: ¡se ha convertido a sí mismo en gigante! Pero no encuentra un antídoto para volver a su tamaño normal. Su única esperanza es que la buena de la bruja Fritanga le ayude a encontrar una solución. En su divertido periplo para ayudarle, Fritanga descubrirá que para vencer grandes dificultades hay que asumir grandes riesgos.

Así nos presenta Edelvives “Las aventuras de la bruja Fritanga”, de Xan López Domínguez, con el que ya hemos  hablado en otras ocasiones de otros proyectos. En nuestra última conversación, ya salió a la luz esta historia, en la que nos centramos en las siguientes líneas…

En la última entrevista que publicamos contigo nos dijiste que te estabas divirtiendo como nunca con este libro. ¿Siguió siendo divertido hasta su finalización? “En este libro, todas las ilustraciones, más de cincuenta, las iba “construyendo” en mi cabeza a medida que iba escribiendo el texto. Al principio las pensé muy descriptivas, pero al ver que la acción se complicaba, decidí que tuvieran una función mucho más narrativa. Parece como si mi pasado comiquero reclamara su parte del pastel”.

“Una vez estructurado el ritmo del libro a partir de una maqueta muy precisa, hice unos bocetos también muy precisos. Esa parte del trabajo llega a ser hasta tediosa. Hay que rehacer mucho, repensar e incluso empezar de cero. Pero luego viene la fiesta, la parte divertida: dibujar; y, sobre todo, componer las escenas. Es el instante en que aparecen luces que ni siquiera soñaba que existieran”.

El dibujo cambia respecto a “Los sueños de la jirafa”. Háblanos un poco de ese cambio. “Los dibujos de “Los sueños de la jirafa” están destinados a niños muy pequeños. En ellos jugaba con algo tan complicado como que un niño que apenas sabe leer, pudiera entender lo que era una Quimera. Por eso los dibujos los hice con mucha precisión, para evitar que el niño se dispersara. El libro de Fritanga está destinado a unos niños de edades superiores. En las ilustraciones de “Los sueños de la jirafa” quería representar unos cielos enormes, lo infinito de la sabana y, sobre todo, la diferencia entre la realidad y la ficción. En los dibujos de Fritanga me interesé más por la acción, el ritmo narrativo y el “aire” que rodea a las figuras”.

La línea está presente en muchos aspectos de las ilustraciones, incluidos los personajes. ¿A qué responde? “Cuando trabajo en línea me siento más seguro. En este libro tenía que hacer muchos dibujos y no podía arriesgarme con experimentos. La línea es precisa y concreta las formas, y por eso preferí utilizarla, no fuera que, en medio del trabajo, me diera cuenta que estaba siguiendo un camino equivocado. Algo aprendí con los años”.

Háblanos un poco sobre la historia, sin desvelar demasiado… “Las aventuras de la bruja Fritanga” es una de mis historias perdidas. Llevaba más de veinte años dándole vueltas. La pensé para varios soportes. Incluso hay una versión, de apenas medio minuto, en dibujos animados, que nunca vio la luz. He dibujado muchas Fritangas diferentes durante estos años. Y me decidí a ilustrarlo cuando me encontré seguro de poder resolverlo”.

“La historia es algo rocambolesca, pero más o menos cuenta cómo la bruja Fritanga recibe en plena noche la visita de su amigo el mago Renglong. Renglong, a causa de unos amoríos, utiliza un conjuro para crecer un poco y en su torpeza, el conjuro lo transforma en gigante. Fritanga tendrá que devolver a Renglong a su estado original, pero Fritanga es Pocimera de cuarta y sus poderes son muy limitados. Tendrá que pedir ayuda a los magos superiores, unos engreídos de tomo y lomo que, uno a uno, le confirmarán que lo de Renglong no tiene solución. Pero, claro… la cosa no queda así”.

Como mago, ¿serías de los menores o de los mayores?, ¿adivino, ungüentero, pitoniso,…? “Hay una categoría que al final no utilicé en el libro y que creo que encaja a la perfección con mi nivel como mago: Marabunto de tercera”.

¿Qué te atrae de los murciélagos? Éstos vuelven a aparecer en este libro. Y, por cierto, ¿quién se queda al final con la ventana del Molino? ¿Los murciélagos o el búho? “La historia de los murciélagos y el búho es otra de mis historias perdidas. En el interior de un torreón abandonado, convivían un búho y unos murciélagos. Todas las noches, el búho salía majestuoso por la única ventana del torreón y los murciélagos se conformaban con utilizar un ventanuco que, para más inri, correspondía con la letrina del castillo. Cuando los murciélagos eran pocos salían por el ventanuco sin problema, pero al aumentar su población, el ventanuco se les hizo pequeño. Y por eso los murciélagos reclamaron la ventana del búho. Por su parte, el búho no estaba dispuesto a dar su ala a torcer. Él estaba enamorado de una búha y todas las noches la esperaba en su ventana. ¡Menudo espectáculo sería que su amada le viera salir por el ventanuco de la letrina!”

“Todo esto da como consecuencia una discusión bizantina que ni yo mismo he sido capaz de deshilvanar. Espero saber algún día, quién se queda con la ventana”.

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