Julien Béziat y ‘Mäko’: “Decir mucho con poco es lo que me gusta en los álbumes y es lo que me dio ganas de hacer uno”

Julien Béziat y ‘Mäko’: “Decir mucho con poco es lo que me gusta en los álbumes y es lo que me dio ganas de hacer uno”

Mäko es una morsa que esculpe, con sus grandes colmillos, los peces que nadan bajo el hielo del Polo Norte, donde vive junto a focas y pingüinos. Cada vez que sus amigos tienen hambre, saben que bajo el hielo de las esculturas encontrarán su comida. Pero una noche ¡CRRRRAC!, el hielo se rompe y no solamente desaparecen las esculturas, sino también los peces. ¿Cómo, dónde y por qué se han ido? Todos los habitantes buscarán a Mäko para solucionar este grave problema.

Así nos presenta Adriana Hidalgo Editora este trabajo de Julien Béziat que nos adentra en un mundo de hielo y frío, pero, sobre todo, en el mundo de la imaginación. Así nos lo trasmite el propio Julien, que nos ha contado un poco más sobre las tripas de este álbum ilustrado.

¿Cómo nació este proyecto? “Bueno, se trata primero de las ganas de hacer un álbum, es decir, una historia en imágenes, que tuviera una forma corta, sintética, que pueda hablar a todos, y primero a los niños. Decir mucho con poco es lo que me gusta en los álbumes y es lo que me dio ganas de hacer uno”.

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¿Qué querías contar con esta historia? “La historia de este libro es, ante todo, la historia de un lugar, la banquisa. Primero porque está en el foco de atención desde hace años, por los problemas con el medio ambiente que afectan a nuestro planeta, y también porque es un espacio imaginario formidable para un ilustrador, como una gran página en blanco, en la que todos los elementos se vuelven gráficos. Cada pingüino, por ejemplo, es un punto negro que se puede ver, o una letra colocada en esta superficie blanca. Y debajo de esta superficie blanca se esconde el fondo del mar, un poco como un bosque oscuro, con sus rayos de luz que lo cruzan con dificultad, y como las cosas no están tan visibles, uno se las imagina. Mäko, la morsa escultora, es como la figura de un artista cartográfico que vive entre dos mundos, entre lo que observa y lo que imagina. Es entonces un libro sobre el poder de la imaginación”.

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¿Qué nos puedes contar de las ilustraciones? “Las ilustraciones son grandes paisajes, dobles páginas en un formato panorámico, que he dibujado exactamente con el formato del libro, no se han agrandado ni reducido. Hay una gran economía gráfica. Pocos colores y pocos gestos diferentes también. Algunas zonas densas, pero también mucho vacío. Y, a veces, hay imágenes escondidas, ese tipo de imágenes que los niños ven mucho antes que los adultos. Por ejemplo, la doble página que muestra una vista aérea, hay imágenes escondidas. Os dejo buscar lo que esconde…”.

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¿Con qué técnica trabajaste? “Las ilustraciones no se hacen siempre de la misma manera, con la misma técnica, sea la que sea la historia. Las técnicas y las herramientas que yo utilizo están al servicio de la idea y del relato. Aquí hacía falta un espacio helado, para representar las estructuras de hielo y los personajes, entonces elegí zonas de un color único, hechas con el ordenador, asociadas a un dibujo hecho a mano con un rotulador de punta fina, cargado con tinta china sobre papel blanco”.

“El personaje de Mäko tiene un aspecto diferente, es muy denso, está formado por una multitud de trazos, de pequeños trazos. Era importante que estuviera más presente que los demás, pues encarna también la reflexión y el tiempo. Ese tiempo es también ese largo tiempo que he pasado yo dibujando los trazos que conforman a Mäko. Y para el fondo del agua necesitaba más profundidad, más fluidez también, y utilicé tinta sobre color”.

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¿Cómo fue el proceso de creación del libro? “Yo siempre empiezo con las imágenes, nunca con el texto. Son las imágenes las que forman la historia, y el texto llega más bien al final, como un hilo que permite simplemente seguir el relato. Empiezo a dibujar las dobles páginas a lápiz, de manera minúscula, algunos centímetros, donde es imposible adivinar las formas precisas, solo las estructuras, los movimientos”.

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“Por ejemplo en la página donde hay un montón de focas y pingüinos que reclaman algo para comer, es primero un movimiento de espiral, como de onda, y después integré los personajes en esas formas”.

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Ya has dado algunas pinceladas en ese sentido, pero, dinos algo del uso del color en este libro. “Bueno, todo es esencialmente azul. La imagen es, ya lo sabemos, mucho más poderosa que las palabras, entonces es un juego de variación alrededor del azul, que vibra al contacto de los colores más beiges, y que permite ver los blancos. Este trabajo del color tiene el propósito de hacer sentir el frío, y eso no era evidente, ni obvio. Un día leí una crítica de un librero, y su título era: ‘Mäko, un libro para leer con guantes’. Me hizo mucha ilusión, porque intenté hacer sentir al lector el frío con mis imágenes”.

¿Podemos encontrar algo de Julien en Mäko? “Ni el peso ni los dientes. Tal vez la pasión por el imaginario y la escultura. Yo he hecho un poco de todo en arte: dibujo, pintura, grabado, fotografía, infografía,… De momento no he hecho escultura pero, bueno, tal vez algún día”.

¿Estás trabajando en algún proyecto nuevo? ¿Qué nos puedes contar? “Bueno, desde ‘Mäko’, dos libros han sido publicados en francés, siempre en la misma editorial, ‘Pastel‘; uno se llama ‘Le Mange-doudous’ (que será publicado en España bajo el título ‘El comejuguetes’); y ‘Alors, ça roule?‘. Hay un cuarto que se está preparando para el otoño de 2016. Después de ‘Mäko’ vino ‘El comejuguetes’, que fue publicado en francés en 2013, y que es muy diferente de ‘Mäko’. Es una historia que transcurre solo dentro de una habitación, con una técnica mucho más cálida, con lápiz y pintura acrílica, con la misma atención prestada al lugar y al sentido de las imágenes”.

“Estoy muy feliz de ver que ahora ‘Mäko’ se ha traducido al español y espero que los niños también se sensibilicen con lo que pasa en la banquisa”.

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