“Había una vez un reloj despertador que vivía en el escaparate de una relojería. Allí llevaba muchísimo tiempo. Nadie lo quería comprar, porque nunca iba en hora…” Roberto Aliaga e Iratxe López de Munáin nos hablan de ‘Tic Tac ¡Cuac!’

“Había una vez un reloj despertador que vivía en el escaparate de una relojería. Allí llevaba muchísimo tiempo. Nadie lo quería comprar, porque nunca iba en hora…” Roberto Aliaga e Iratxe López de Munáin nos hablan de ‘Tic Tac ¡Cuac!’

“Había una vez un reloj despertador que vivía en el escaparate de una relojería. Allí llevaba muchísimo tiempo. Nadie lo quería comprar, porque nunca iba en hora… ¿Y cómo iba a ir en hora, si no sabía contar?” Así comienza ‘Tic Tac ¡Cuac!‘, una entrañable historia de superación y amistad, porque con los amigos… ¡todo se puede conseguir!

Así nos presenta la editorial Canica Books este precioso álbum ilustrado escrito por Roberto Aliaga e ilustrado por Iratxe López de Munáin. Con ellos dos hemos charlado sobre este proyecto.

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¿Cómo nació esta historia? Roberto Aliaga: “Pues empezamos con una pregunta difícil, porque, salvo raras excepciones, no suelo recordar de dónde vienen las historias. Digamos que surgen, sin más. Con motivo o sin motivo. Una idea que brilla más que las demás, y que en un momento dado decides perseguir, para ver hasta dónde te lleva. Además, esta historia hace mucho tiempo que la escribí…”

¿Cómo llegó a tus manos esta historia? Iratxe López de Munáin: “La historia me llega a través de Clara Canela, editora de Canica Books. Habíamos coincidido antes en la feria de Bologna y otras ferias del libro y un día me llamó para ofrecerme ilustrar este texto de Roberto Aliaga”.

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¿Qué querías transmitir con esta historia? Roberto: “Entiendo que toda historia lleva implícito el deseo de su autor de transmitir algo, porque si no, no se pondría a contarla. Pero esto no es lo más importante. A veces, incluso ni reparas en ello, porque estás demasiado ocupado pensando en la propia historia y en sus personajes. Es cierto. Como autor no me gusta planificar las historias, y mucho menos desde el punto de vista de los valores y toda esa didáctica que se le atribuye a los cuentos infantiles. ¿Por qué? Pues por el simple hecho de ser para niños. Y los niños, ya se sabe, están en edad de aprender. (¿O no habéis visto el anuncio de galletas donde lo importante no es el sabor, ni los ingredientes, sino que con ellas aprendes inglés?)

Iratxe: “Cuando leí el texto de Roberto me divirtió mucho. El hecho de juntar en la misma historia a un reloj despertador y a un pato me parecía la cosa más extraña del mundo. Pero luego comprendí que tenía que ser así. Es una historia de aventuras, de un personaje que no encuentra su lugar, que no encaja allí donde ha “nacido” y busca su sitio aunque por el camino le rechacen mil veces. Supongo que todos en algún momento nos hemos sentido fuera de lugar y por eso te encariñas tanto con el personaje del reloj”.

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El reloj protagonista… ¿está en tu mesita de noche? ¿En otro lugar? Iratxe: “No, pero sería genial! La verdad es que a la hora de crear el personaje no pensé tanto en el objeto como en su carácter. Pensé en el niño gordito y feo de la clase que en el cole rechazan pero ¡cuando crece es el que más mola! Tenía que parecer frágil, pero no dar lástima, porque a fin de cuentas es un valiente”.

¿Con qué técnicas trabajaste las ilustraciones de este libro? Iratxe: “Siempre utilizo la misma técnica: gouache y lápices de colores. Es con la que me siento más cómoda”.

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¿Qué te parecen las ilustraciones de Iratxe? Roberto: “Las ilustraciones de Iratxe me han encantado. Tiene un estilo propio muy definido. Los colores, sus perspectivas… Y el diseño de personajes. Ha recreado un reloj que todos querríamos llevarnos a casa”.

Iratxe, háblame un poco del uso que haces de los planos. Me refiero al cambio de punto de vista que utilizas, con planos contrapicados, más desde abajo, otros picados, más desde arriba, ¿qué te aporta? Iratxe: “Depende siempre del tipo de historia que esté trabajando. En Tic, Tac, ¡Cuac! buscaba dinamismo, movimiento, ya que como he comentado antes tiene mucho de historia de aventuras y estos cambios de planos beneficiaban a la narración”.

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– Y háblanos también del uso del blanco en tus ilustraciones… “Siempre me gusta jugar con el blanco como parte de la composición. Me gusta pensar que el papel en blanco es el campo de juego en el que uno va colocando y recolocando los elementos. Dejar parte de ese campo al descubierto me gusta porque el escenario no se cierra por completo, el lector no tiene toda la información y me gusta pensar que da más espacio a que la imaginación juegue con esos vacíos.”

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¿Son el escritor y el ilustrador como el reloj y el pato en esta historia? Hablando de álbum ilustrado… Roberto: “Exactamente. Sí. En esta historia y en la gran mayoría de las historias. Y más en estos tiempos, donde parece que lo que está de moda es crecer a costa de los demás”.